domingo, 4 de junio de 1995
El final
La tormenta azotó la tierra y una grán onda de choque desplazó las nubes, las aves huyeron lejos, my lejos; como un rugido me sepertó la tierra y los dorasos buitres que a destrozarme venían cayeron enterrando sus cabezas en la caliza muerta. Y la nada voló en mis brazos pues perdido en el vértice de la vida y el secreto inmortal de todo quedo en mi, salté sobre las veloces carrozas, destellos de luz que viajaban en un mundo de oscuridad, llevándome a un mejor universo donde todavía la felicidad existe.
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